Introducción
[…]
algunas mentiras de niños bien criados tienen un significado particular y deben
llamar a reflexión al educador en vez de enojarlo.
SIGMUND FREUD: Dos mentiras
infantiles.
El presente ensayo
tiene como principal tópica el esclarecimiento sexual de los niños. Será menester
indicar que este no un resumen del célebre texto de Sigmund Freud, pues desde
mí propio bagaje y entorno inmediato enunciaré elementos que sustenten el
planteamiento de iniciar en la educación sexual a los niños desde temprana edad
escolar. La crítica hacía las teorías de Freud, en ocasiones, ha llegado a
reacciones de rechazo, algunas veces,
hasta hostiles. Hablar
de sexualidad infantil, aun en el siglo XXI, sigue creando escozor, pena;
tratándolo como si fuera un tabú por parte de varias instituciones educativas y
religiosas. Sin embargo, para el psicoanálisis es vital y esclarecedor hablar
del desarrollo psicosexual de los infantes para comprender de mejor manera las teorías de Sigmund Freud. En
necesario aclarar que el interés de conocer cuestiones que atañen a lo sexual,
por parte de los niños, es intensificado por la diferencia anatómica de lo
sexos y no por el interés de saber de dónde vienen los niños.
Pero, ¿a cuál edad sería la idónea explicar la sexualidad
a los niños?, ¿De quién es la responsabilidad explicarlo; padres o educadores?,
¿De dónde vienen los niños?, ¿Le decimos la verdad o le mentimos?, ¿Es correcto
decirle tan pequeño; le haremos daño? Siempre son preguntas constantes que
rondan las mentes de los pobres padres, incautos y algunas veces incapaces de
explicarle temas tan espinosos y rocosos para padres primerizos o en sí para
cualquier persona que conviva con niños.
Recordemos, que cuando niños, la curiosidad es nuestro
mayor rasgo; la ‘sed de saber’ será constante, siempre tenemos preguntas para
cualquier cosa, nuestro desconocimiento nos hace proclives a prestarle atención
a lo más nimios detalles. Por el contrario, los adultos, en ciertos momentos
consideran absurdas preguntas que por simple criterio lógico ignoran o
contestan fortuitamente con desdén, reduciendo su respuesta con sí o un no. Tan
inocuo que pareciera hacer esto. En ocasiones resulta fácil mentir, pues al
satisfacer únicamente respondiendo cualquier cosa al niño, el infante asimila
la respuesta, en más raro de los casos se detendrá y no dirá nada más; en lo
común continuará interrogando hasta que, inexorablemente, lo ignoren.
El inquirir sobre sexualidad en varias ocasiones es
tratado con palabras que no dejan explicito material asimilable por los niños.
No por nada las frases que rondan sobre el ‘lugar de dónde vienen’ los bebés han
sido tema popular para cuentos.
Freud fue sumamente criticado por sus teorías sobre
sexualidad infantil, no sólo por decir que desde niños tienen fantasías
incestuosas, aunado a ello por sugerir que desde niños la sexualidad está
presente y que defendió con las célebres teorías de sexualidad infantil, la diferenciación anatómica de los sexos y la organización genital infantil entre
otros. Lo lamentable, es la poca información que se contaba sobre la sexualidad
femenina, el mismo Freud lamentó no contar con la suficiente información para
profundizar en su estudio, a la par de la que encontró con referencia al
desarrollo psicosexual del niño.
Es común la creencia que la pulsión sexual está ausente
en los niños y que solo accede a ella a instancias de la pubertad, sin embargo,
es capaz de exteriorizar cuestiones amorosas (por ejemplo, los celos, el
cariño) a edades tempranas. Hay que recordar que para ambos, la madre, es el
primer objeto de amor. La ambivalencia que presentan hacía sus padres, la
curiosidad sexual que se desarrolla en los niños; en el varón, cuando juega con
la hermana o con algún miembro femenino de su familia notará la diferenciación
y la ausencia del pene en los genitales femeninos, y es justo en ese momento donde
cobra significado la amenaza de castración; en la niña, cuando responsabiliza a
la madre por no haberla provista de un miembro de mayor tamaño y la ligazón-padre
que desarrollará después, por el rechazo hacía a la madre.
La
educación y la sexualidad
En México, la cuestión de la educación sexual ha ido
mejorando notablemente por el acceso a internet y demás tecnologías que dan a
conocer la manera en que se desarrolla (biológicamente) el desenvolvimiento del
cuerpo de niños y niñas. Sin embargo, las instancias de la pubertad y madurez
psicológica siguen estando en una fase diacrónica y carente de exhibición para
conocer la manera en que se desarrolla lo psicosexual en la infancia. Una
lectura errónea de las teorías Freudianas sugeriría que todo se reduce a sexo.
Nada más obtuso y carente de análisis, sin embargo, es constante la cantidad de
personas que rechazan la idea de los niños manifiesten deseos eróticos o que la
etapa oral, anal y fálica o la estructuración del aparato psíquico no se verá
afectado por satisfacciones o insatisfacciones en los primeros años de vida de
los niños.
Como antecedente histórico, es interesante destacar antiguos
planes educativos donde se pretendía tener un proyecto a largo plazo sobre
educación sexual, donde las principales prioridades, era el alza en los
embarazos, enfermedades de transmisión sexual y de manera peculiar los
hallazgos hechos por Sigmund Freud en su teoría de tres ensayos de teoría
sexual, con la iniciativa de permear a la población mexicana sobre la educación
sexual. Por otra parte, algunas instituciones privadas, liga católica de padres
de familia y la iglesia se mostraban renuentes a impartir este tipo de
información a los niños. La iglesia en México declaraba que los niños eran
seres asexuados, cuya ‘esencia’ radicaba en la inocencia y pureza y que veían
en la sexualidad un elemento corruptor:
[…]
consideraban a la educación sexual como una medicina peligrosa que asesinaba su
inocencia y exaltaba la imaginación; la familia debía tener la prerrogativa
exclusiva para tocar cualquier tema de sexualidad, evitar contacto con las
instituciones públicas y permanecer en estado de alerta ante la peligrosidad
proveniente del exterior […] (Colegio de México , 2000).
Sin embargo, existen dentro de la teoría freudiana puntos
clave que nos ayudarán a redimir el conocimiento y la necesaria exposición de
estos temas a los niños. Lamentablemente es inconcebible que aquellos que
deberías verla por esclarecer estos temas a los niños por su proximidad a
ellos, sea lo primeros en negar esta información.
Si el niño no está ya
demasiado amedrentado, tarde o temprano emprenderá el camino más próximo y
demandará una respuesta a sus padres o a las personas encargadas de su crianza,
que para él significan la fuente del saber. Pero ese camino fracasa. Recibe una
respuesta evasiva, o una reprimenda por su apetito de saber, o lo despachan con
alguna información de cuño mitológico que en los países de lengua alemana es:
«La cigüeña trae a los hijos, y los saca del agua» (Freud, Sobre las teorías sexuales
infantiles, 1992:190).
El niño, acomplejado por no poder satisfacer esa compulsión
de saber comenzará a inquirir teorías creadas a partir de su observación
inmediata, la cual, en la mayoría de las veces suele ser errónea.
La primera de estas teorías se anuda al descuido de las
diferencias entre los sexos, que al comienzo de estas consideraciones
destacamos como característico del niño (Freud,
Sobre las teorías sexuales infantiles, 1992:192).
Con el tiempo y tras de
consagrar la examinación de la diferenciación de lo sexos, se aclarara un poco
el panorama del niño, pues al ya no ignorar la presencia de la vagina y de
posiblemente ver a una mujer con el vientre pronunciadamente abultado llegará a
la concepción de la segunda teoría:
Si el hijo crece en el vientre de la madre y es sacado de
ahí, ello ocurrirá por la única vía posible: la abertura del intestino. Es
preciso que el hijo sea evacuado como un excremento, una deposición (Freud, Sobre las teorías sexuales infantiles, 1992:195).
Esta puede ser una
de las teorías que más ostenten los niños que estén buscando saciar su
necesidad de saber, al no tener un precedente que sirva como sustentó argüirá
que los niños nacen al deponerlos. Esto puede perdurar por un largo tiempo,
aunque Freud menciona una tercera teoría que se pueden plantear por una suerte
de evento fortuito:
La tercera de las teorías sexuales típicas se ofrece a
los niños cuando, por alguno de los azares hogareños, son testigos del comercio
sexual entre sus padres, acerca del cual, en ese caso, pueden recibir sólo unas
percepciones harto incompletas (Freud, Sobre las teorías sexuales infantiles,
1992:196).
Estas teorías solo aumentarán la ansiedad del
niño pues al verse desprovisto de pruebas fidedignas comenzará a creer en
cuestiones totalmente alejadas de la realidad. No por nada consideran que el comercio
sexual de sus padres, gesta una concepción sádica del sexo. Por otra parte será
el momento donde el niño perderá un poco de la confianza en sus padres y dará
pasó a mentir de la misma manera en que lo hicieron sus padres.
Las respuestas usuales en la crianza de los niños
menoscaban su honesta pulsión de investigar, y casi siempre tienen como efecto
conmover por primera vez su confianza en sus progenitores; a partir de ese
momento, en la mayoría de los casos empiezan a desconfiar de los adultos y a
mantenerles secretos sus intereses más íntimos (Freud,
El esclarecimiento sexual del niño, 1992:119).
Será
pues que en estos momentos el niño acuda a una intuición educativa y al
convivir con más niños se iniciaran las concepciones por parte de otros niños
que al igual que lo demás a comenzado a
buscar indicios del cómo nacen los niños, sin embargo, y empero en el hecho de
qué en varías instituciones no se toman con buena gracia los cuestionamientos
sobre temas sexuales. La educación se asigna la tarea de sofocar la sensualidad y más aun la sed de saber de los
niños.
Los educadores, en la medida en que prestan alguna
atención a la sexualidad infantil, se conducen como si compartieran nuestras
opiniones acerca de la formación de los poderes de defensa morales a expensas
de la sexualidad, y como si supieran que la práctica sexual hace ineducable al
niño; en efecto, persiguen como «vicios» todas las exteriorizaciones sexuales
del niño, aunque sin lograr mucho contra ellas. Ahora bien, nosotros tenemos
fundamento para interesarnos en estos fenómenos temidos por la educación, pues
esperamos que ellos nos esclarezcan la conformación originaria de la pulsión
sexual […] (Freud, Tres ensayos de teoría sexual, 1992:162).
Sin embargo, no es sólo la educación pues desde
otros flancos menos insospechados se yerguen figuras aun más sinuosas que
tratan de sofocar estos intentos por conocer por motivos
Con referencia a esta historia de desarrollo de la
pulsión sexual podrían diferenciarse, pues, tres estadios culturales: un primer
estadio en que al quehacer de la pulsión sexual le son por completo ajenas las
metas de la reproducción; un segundo estadio en que, de la pulsión sexual es
sofocado todo salvo lo que sirve a la reproducción, y un tercero en que sólo se
admite como meta sexual la reproducción legítima (Freud, La
moral sexual <<cultural>> y la nerviosidad moderna, 1992:169).
Y es quién más podría imponer una única y valida manera
de hablar de sexualidad sino desde la permitida por la iglesia, la cual es sólo
con motivos reproductivos y dejando de lado las pulsiones. La confusión con la
cual el infante carga y la so pena de no recibir, ni si quiera de sus padres
una respuesta lo hunde en las más hondas e inusuales respuestas.
Cuando los niños no reciben los esclarecimientos en
demanda de los cuales han acudido a los mayores, se siguen martirizando en
secreto con el problema y arriban a soluciones en que lo correcto vislumbrado
se mezcla de la manera más asombrosa con inexactitudes grotescas, o se
cuchichean cosas en que, a raíz de la conciencia de culpa del joven
investigador, se imprime a la vida sexual el sello de lo cruel y lo asqueroso (Freud, El esclarecimiento sexual del niño, 1992:120).
A pesar de eso, el niño se encuentra en un
redondel sin salida, o por lo menos no con alguna que pueda satisfacerlo. Freud
no pensaba que los padres fueran un canal correcto para que se transmitiera la
información, delegaba la oportunidad de instruir el tema a la escuela. Pero no
de un modo sojuzgado, dice Freud, pues debe ser tratado como se trata cualquier
otra materia. Sin ninguna discriminación.
Y para conseguir esto se requiere que lo sexual sea
tratado desde el comienzo en un pie de igualdad con todas las otras cosas
dignas de ser conocidas. Principalmente, es misión de la escuela el traerlo a
cuento (Freud, El esclarecimiento sexual del
niño, 1992:120).
Al final infiere Freud, que
la educación puede ser amedrentadora con algunas maneras de impartir el conocimientos en los niños y que en muchos casos son los principales sofocadores
de lo fortuito de la infancia. Pero, basado en sus estudios dictó una etapa en
el desarrollo del niño donde podría ser ideal hablarles sobre la sexualidad.
El esclarecimiento sobre las relaciones específicamente humanas
de la vida sexual y la indicación de su significado social debería darse al
finalizar la escuela elemental (y antes del ingreso en la escuela media); vale
decir, no después de los diez años (Freud, El
esclarecimiento sexual del niño, 1992:121).
Tal vez en un futuro no
lejano, estaremos discutiendo la manera en decircelos, pues eso es un tema que
no sea desarrollado. En México se intentó, pero por motivos ajenos a las
personas que estructuraron el plan de enseñanza se vio frustrado y criticado
desde un inicio. Freud pensó que en algún momento este proceso se
implementaria y se llegaría a tener una mejor concepción desde niños de la
sexualidad. E incluso, trató de anticiparse diciendo que en algún momento no
será necesario que se explique sólo en la escuela y sólo por lo educadores. Y no sólo por motivos de que lo sepan, más bien creyó en eso para facilitar un poco
el proceso de desarrollo psicosexual en los niños.
[…] esclarecido ya sobre todo lo corporal, los deberes
éticos anudados al ejercicio de la pulsión. Un esclarecimiento así sobre la
vida sexual, que progrese por etapas y en verdad no se interrumpa nunca, y del cual
la escuela tome la iniciativa, paréceme el único que da razón del desarrollo
del niño y por eso sortea con felicidad los peligros existentes (Freud, El esclarecimiento sexual del niño, 1992:121).
El camino por recorrer en cuanto al esclarecimiento
continuo no es fácil, pues carece de organización, y varias veces de apoyo. No
es un tema que sea ajeno pues en vario países se planea y está en marcha la
continua enseñanza y concientización de temas referidos a enfermadas sexuales,
que dicho sea de paso es otro problema de la salud pública y que afecta a más
personas de las que debería.
En el niño civilizado se tiene la impresión de que el
establecimiento de esos diques es obra de la educación, y sin duda alguna ella
contribuye en mucho. Pero en realidad este desarrollo es de condicionamiento
orgánico, fijado hereditariamente, y llegado el caso puede producirse sin
ninguna ayuda de la educación (Freud, Tres ensayos de teoría sexual, 1992:161).
Lo increíble es
determinar de esta manera el camino que recorre el niño para dar cuenta de un
proceso sumamente complejo donde no sólo convergen las creencias que el niño va
fabricando poco a poco en su vida. A la par el entramado social también se
decanta en crear obstáculos que no necesariamente se encargan de proteger o de
resguardar la pureza de los niños. El esclarecimiento va más allá de sólo saber
cómo nacen los niños, más bien los prepara para afrontar, a su debido tiempo,
la compleja labor de ser padres. Lo ineludible es que debe fermentarse para la
prevención.
Notas finales
La vida sexual es tema para debatir en una gran mayoría
de aristas que, sería casi imposible llegar a acuerdos con la mayoría de los
problemas, debates que traerían consigo una implementación a nivel mundial
sobre el esclarecimiento sexual infantil. Ya que no simplemente sería en tener como base
los 10 años postulados por Freud y la diferenciación de los sexos lo que
hace proclive al niño en interesarse en la sexualidad, donde la diferencia
entre el niño y la niña en cuanto a esta estadio del desarrollo sexual es una
comprensible consecuencia de la diversidad anatómica de los genitales, la
situación psíquica enlazada con ella; corresponde al distingo entre castración simbólica consumada o la mera amenaza de castración. Más allá de lo sugerido por Freud
para iniciar al niño en la educación sexual y la diferenciación es necesario
contar con planes educativos que incluyan de entrada el embarazo, higiene y las
enfermedades venéreas, además de las teorías del desarrollo de la sexualidad
psicoanalíticos. ¿Cuántas veces no escuchamos problemas relacionados con
abortos e infecciones sexuales? ¡Ah! Pero la enseñanza sexual sigue dando de
qué hablar. No por ser aquella que instruya e ilustre al niño, sino como la
gran ausente en ayudar a ser más claro el desarrollo psicosexual de los
infantes.
En un hecho que la pedagogía y la psicología van de la
mano en varias asuntos de la enseñanza infantil. Creo que entre estas dos disciplinas
podrías llegar a crear interesantes proyectos de educación sexual.
***** Nota póstuma
Algo que se olvida con suma frecuencia, en el término 'niño', con el cual nos referimos a los infantes, es que los nombramos desde nuestra propia infancia, en el cómo la vivimos, como lo experimentamos... 'Niños', en su mayoría de las ocasiones, es un concepto que se ha rebasado desde hace muchos años, está desbordado y radica su conceptualización desde una postura adultocéntrica. Es decir se piensa y se construye a los niños desde fuera de ellos. Es una categoría social que se les otorgó para nombrarlos, etiquetarlo y normarlos.
Más allá de abogar por ellos, lo único que hacemos es escindir su opinión. Hacemos que los escuchamos, pero realmente sólo los enmarcamos en nuestras propias concepciones, limitamos su capacidad de nombrarse a sí mismos, los excluimos a buscar metas-destino que a lo único que apuntan es a lo hegemónico, a lo instituido, a lo sojuzgado.
Bibliografía
Freud, S. (1992a). El
esclarecimiento sexual del niño. En Obras completas. Volumen IX (págs.
111-123). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1992b). La
moral sexual <<cultural>> y la nerviosidad moderna. En Obras
completas. Volumen IX (págs. 159-183). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1992c).
Sobre las teorías sexuales infantiles. En Obras completas. Volumen IX
(págs. 183-203). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1992d).
Tres ensayos de teoría sexual. En Obras completas. Volumen VII (págs.
109-223). Buenos Aires: Amorrortu.
Colegio de México . (2000). La polémica en torno a
la educación sexual en la ciudad de México durante la década de los años 30. Estudios
sociológicos , 52.